Por Israel Roldán
Jorge Turner Morales promueve en su ensayo “La crítica al eurocentrismo desde el siglo XXI y América Latina” el inaplazable debate de que en el mundo actual –época de la democracia y la globalización– cada pueblo de Latinoamérica muestre su verdad y haga de la participación y la solidaridad las ideas impulsoras “de un nuevo horizonte utópico”, superador del mero formalismo liberal y del egoísmo competitivo que hoy predominan.
En otra parte del texto sugiere que “la lucha de las distintas sociedades por dominar el entorno natural y sus enfrentamientos internos por el reparto de la riqueza y el poder, deben tener como criterio de progreso el mejoramiento de la calidad de vida material y espiritual de las mayorías”.
En México, parece, al menos discursivamente, que el sistema político impulsa ambas ideas; que ha quedado fuera cualquier politicismo elitista. Pero entonces, en los hechos, se asoma el presidencialismo polarizante, el que conduce a un vaciamiento ideológico de la democracia, de la cultura, de toda la sociedad.
Apenas el domingo 28 de noviembre el presidente de la república, Felipe Calderón Hinojosa, encabezaba el acto para conmemorar los cuatro años de su gobierno –los 10 de Acción Nacional como partido gobernante–.
Encontró ahí el escenario para asestar incendiarios golpes a la oposición con la carga coercitiva de su discurso. El “priato” salió lesionado.
En la última década –presumió– se ha conquistado la democracia, pues ahora se permite a la sociedad organizarse conforme a sus ideas o expresiones.
(Este texto se publicó originalmente en el portal de noticias www.ejecentral.com.mx)
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