No son pocos los que se detienen a configurar la remembranza de aquellos códigos deontológicos que deben construir el buen ejercicio periodístico.
Se cuentan también por montones los que ultranza cuelgan en los periodistas la idea de que es su responsabilidad “ser el perro guardián de la democracia” como afirma el argentino Daniel Santoro.
Esos mismos recuerdan siempre la función social del periodismo colmada de ideas como la de Eduardo Galeano sobre “darle voz a los que no la tienen”.
¿Pero qué pasa cuando esto ocurre, cuando se registran buenas prácticas en los medios? Pues parece que a pocos distrae; que el periodismo comprometido con los procesos sociales está ofuscado por tantas críticas.
Esas reflexiones parten del desinterés de las audiencias (y de algunos grupos mediáticos también) por informaciones sobre exclusión social, pobreza, desempleo, acceso desigual a la salud y educación con la misma entidad que se les da a las secciones clásicas como política y economía.
Recientemente en las páginas de MARCHA registramos la negativa de un neurocirujano de la Clínica 11 del IMSS para intervenir a un hombre afectado por un derrame cerebral –pese a ser derechohabiente– por su condición de Testigo de Jehová y no aceptar transfusiones sanguíneas como lo hacen aquellos que profesan esa religión.
Portada periódico MARCHA del miércoles 23 de noviembre. |
La familia comprometió propiedades con préstamos, se endeudó… utilizó 145 mil pesos en el tratamiento de Margarito Rivera Lagunes, quien finalmente murió el viernes pasado (25 de noviembre).
La reacción del Instituto Mexicano del Seguro Social fue inmediata tras la publicación, el área jurídica informó a familiares que se reintegrarán los recursos utilizados para la atención médica.
La reacción del Instituto Mexicano del Seguro Social. |
Es cierto que por muchas razones el periodismo de investigación está con la guardia baja, pero que tampoco caiga ese periodismo que ayuda.
Israel Roldán es jefe de información del periódico MARCHA.