Que entiendan los medios: la independencia de la prensa no es cometer abusos por irresponsabilidad periodística. Y que el resto también entienda que el uso del Internet y las redes sociales no debe orientarse hacia la desinformación que provoca una terrible sicosis colectiva.
El episodio en las escuelas de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río enseñó que la conjunción de la práctica de un periodismo ‘ligero’ y el irresponsable abuso de las tecnologías de la información y la comunicación convoca a la tragedia.
La reacción ipso facto del sistema educativo veracruzano ante la rumorología cibernética –que anticipaba ataques del crimen organizado en varios planteles escolares– impidió consecuencias lamentables.
Y es que mientras maestros contenían a los padres de familia que desesperados llegaban hasta las escuelas para sacar a sus hijos y resguardarlos en sus casas, algunos medios (sobre todo digitales) alertaban de la suspensión de clases y reproducían mensajes publicados en Facebook y Twitter sobre supuestas amenazas del narcotráfico.
Los más atinados abrieron espacios a fuentes educativas, de seguridad pública y procuración de justicia para conocer lo que ocurría en las escuelas.
Dirán aquellos que por el perfil de las ‘fuentes’, los medios de comunicación y periodistas se condujeron con moderación sobre el hecho noticioso, aunque esos mismos deben comprender que para el periodismo moderno, por la lucha que libra el Estado contra el narcotráfico, es preferible moderarse que caer en la autocensura o la tergiversación que conducen a la desinformación.
Del lado de las redes sociales no sólo hubo muchos mentirosos, también defensores de éstos. Y además comunicadores defensores del uso indebido de las TIC’s.
Por eso que la Procuraduría General de Justicia haya detenido a Gilberto Martínez Vera y Maruchi Bravo Pagola (consignados ante el Juzgado Tercero de Primera Instancia con sede en Pacho Viejo, quien les dictó ya el auto de formal prisión), quienes desde sus cuentas de Twitter y Facebook aterrorizaron a la población con actos que no sucederían, y que investigue a otros usuarios, no debe entenderse como un acto de censura por parte del gobierno estatal sino como un castigo a quienes atentaron contra el orden social a través de estas herramientas para lastimar a la ciudadanía que aún no está del todo informatizada.
Ante esas expresiones, el gobernador veracruzano Javier Duarte de Ochoa (en su cuenta de Twitter) sostuvo que en su gobierno y de manera particular, “jamás he censurado o evitado informar lo que sucede en Veracruz. Una cosa es la realidad y otra la que algunos difunden (…)”.
A la irresponsabilidad periodística habría que manifestar que bajo ninguna condición vale tanta ligereza mediática.
Que entiendan algunos medios y sus opinadores: la prensa no debe ser reactiva ni quedarse inmersa en la misma dinámica de la especulación y el rumor.
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